Un clásico decía que las peores decisiones son las que se toman con miedo mientras el refranero popular asegura que la experiencia es un grado. Todos nos equivocamos cada día e intentamos aprender de los errores. Cuando llega la hora de tomar aquellas decisiones que afectan a terceros, es el momento de aplicar la madurez, la sensatez, la inteligencia o la previsión. Las principales equivocaciones siempre tienen un culpable claro: el jefe, por su responsabilidad y porque toma las decisiones más arriesgadas tras haber escuchado a su equipo.

 

Este es el escenario diario de cualquier responsable de una gran o pequeña empresa. Todas las decisiones tienen sus consecuencias. En el mundo privado, te puedes jugar hasta tu propio dinero o el cargo. En el mundo público, afecta a los ciudadanos. ¿Qué ocurre cuando estas decisiones se toman en un partido político? Sus consecuencias son directas para sus votantes y su entorno. En estos meses, las decisiones de los directivos del Partido Popular han puesto en jaque al partido mayoritario de la oposición que gobierna en ayuntamientos y comunidades autónomas.

 

Las iniciativas de Pablo Casado han provocado una tormenta y una deriva hacia el hundimiento de su partido como si fuera un barco en Terranova. También el equipo puede contribuir a que se produzcan estos errores, pero la decisión final siempre es del máximo responsable. Otro asunto es la equivocación a la hora de elegir a las personas de tu equipo. 

 

Curiosamente, esta cadena de errores coincide con las equivocaciones de otros políticos de su generación. Apenas se llevan unos años. Pablo Casado nació el 1 de febrero de 1981, en Palencia. Albert Rivera, el 15 de noviembre de 1979, en Barcelona. Pablo Iglesias, el 17 de octubre de 1978, en Madrid. Los tres se han caído del caballo político. Los tres han cometido muchos fallos y han “condenado” a sus partidos en poco tiempo: Partido Popular, Ciudadanos y Unidas Podemos. Quizá sea una cuestión de edad o de responsabilidad.

 

Otros políticos de la misma generación como Pedro Sánchez (29 de febrero de 1972, Madrid), Yolanda Díaz (6 de mayo de 1982, Fene, A Coruña) o Santiago Abascal (14 de abril de 1976, Bilbao) todavía sobreviven. Inés Arrimadas (3 de julio de 1981, Jerez de la Frontera) lo tiene un poco más complicado. Quizá deberían mirarse en el espejo de los más veteranos, como Aitor Esteban (21 de junio de 1962, Bilbao), o Alberto Núñez Feijóo (10 de septiembre de 1961, Ourense). Las buenas cosechas son fruto del tiempo, la maduración, el cuidado y la dedicación. La política es una extensión de la vida, con sus mismos defectos y virtudes. No todos resisten. Solo los más expertos en cada materia. Hay que evitar una generación perdida. Todos podemos aprender de los demás.

 

Y Feijóo también tiene la opción de rectificar las decisiones de su predecesor, como la postura del Partido Popular ante la reforma del artículo 49 de la Constitución. Un cambio imprescindible y que no puede esperar más. O la renovación de los cargos en el Consejo General del Poder Judicial. 

 

Este país necesita sumar y más en momentos tan extremos como los que estamos viviendo, tras una pandemia de dos años y una guerra en Ucrania. La vida te da oportunidades en situaciones muy concretas. Es la hora de los valientes y de los servidores públicos al servicio de los demás. Esa es la función real de los políticos. No lo olviden.